lunes, 23 de mayo de 2016

MI ENTORNO

MI ENTORNO 


La escuela, por su organización y su finalidad, puede revelar vulnerabilidades afectivas, relacionales y cognitivas. Desde este punto de vista, puede constituir un lugar en el que se crean conflictos entre las expectativas de la escuela, las de los padres y las capacidades del niño. La escuela también puede ser el objeto del conflicto, debido a que obliga a todos los niños y adolescentes a seguir la misma progresión, a adaptarse a las mismas exigencias y a la misma manera de enseñar. Por estas razones, puede crear un verdadero trastorno. En la etapa del jardín de infancia, la escolarizacion pone en juego, desde el punto de vista evolutivo, la capacidad de separarse de los padres para abrirse hacia el exterior. El ingreso en un centro infantil exige estas capacidades. Muchos trastornos de la conducta (agitación o inhibición) o del aprendizaje se deben a que el niño no ha adquirido la capacidad de dirigir la carga afectiva hacia su propio espacio psíquico para soportar la separación. Los trastornos que hay que identificar y tratar de forma precoz son sobre todo la ansiedad de separación y los retrasos de la palabra y del lenguaje. La escuela primaria tiene como principal objetivo la adquisición de los conocimientos de base: leer, escribir, contar. Cualquier situación que impida al niño estar disponible para dichos aprendizajes (dificultades de la atención, agitación, ansiedad) puede perturbarlos. Por lo general, los problemas se identifican con rapidez, pero suelen analizarse mal, lo que dificulta la elección de un modo de atención adaptado. Sin duda alguna, el principal riesgo consiste en el recurso a una perspectiva de comprensión única (psicodinámica, neurobiológica, pedagógica o social), ya que el fracaso escolar siempre es multifactorial

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